Esta es la experiencia vivida de Cristina Jordán en una sesión de fotos boudoir.
“El miedo”, eso que llega por instinto de supervivencia, como un aviso desde nuestro ser más primitivo, más animal. Ese sentimiento irracional, que algunas veces tenemos, suele venir de experiencias pasadas, guardadas en nuestro subconsciente, por alguna vivencia que no supimos gestionar.
A veces ese miedo nos paraliza, nos hace sentirnos pequeños, inseguros, desprotegidos…
El día que Abel de fotografíaboudoir.eu me propuso hacer una sesión de fotos boudoir, lo primero que pasó por mi cabeza fue el miedo. Miedo a no estar a la altura, miedo a fracasar frente a sus expectativas, miedo a no ser capaz de mostrarle a la cámara todo el potencial que llevo dentro.
Y eso que no era la primera vez que posaba, ni la segunda, ni la tercera…
Me surgieron mil dudas, ya que llevaba tiempo sin hacerlo, y me había pasado el verano sin hacer deporte y disfrutando de los excesos del mismo.
Entonces algo dentro de mi ocurrió, y sentí “ese algo” que me da la fuerza necesaria cada día, para enfrentarme a mis fantasmas del pasado, a mis complejos, y me dio el empujón que necesitaba, y me dije:
-Cris, ¿desde cuándo tú te paralizas frente al miedo? ¿Desde cuándo tú has dejado de hacer eso que tanto amas, y que llevas dentro de ti, desde niña?
¿Vas a permitir que te domine, justo ahora? ¿Justo cuando has aprendido a aceptarte de verdad?
Mira dentro de ti, y saca fuerzas de donde sea, porque “rendirse” no forma parte de tu naturaleza.
Así que debía ser consecuente con los consejos que yo le doy siempre a los demás, y aplicármelos a mí misma.
Al final contesté que si, sin dudarlo ni un segundo más me lancé a hacerme mi sesión de fotos boudoir.
La parte más difícil de toda esta historia fue encontrar ropa interior, (sujetadores) de mi talla, con los que yo me sintiese cómoda, y fueran sexys, porque todavía en pleno siglo XXI, tenemos que seguir lidiando con la realidad, de que las prendas sexys y provocativas, siguen sin hacer apenas tallas para las mujeres con pechos grandes y voluminosos.
Esa evidencia, hace que te sigas sintiendo inferior, porque parece que no seamos merecedoras de llevar ciertas prendas.
Después de mucho buscar, y casi con la esperanza perdida, y la moral un poco baja, conseguí mi objetivo.
Pero el día de la sesión algo cambió.
Cuando llegué al estudio esa fuerza interna que había perdido, por el camino, resurgió más fuerte que nunca.
Abel hizo un papel fundamental creando una confianza en mí, y una tranquilad arrolladora.
Entre flashes y disparos, cada vez me iba sintiendo mejor, esa diosa que todas llevamos dentro, y a veces olvidamos, por culpa del miedo, empezó a cobrar vida y según iba pasando el tiempo, mi cuerpo, cada vez más relajado, fluyó con cada disparo.
Mi mente se centró en la música (Abel pone una música ambiental que ayuda al posado), dejó de pensar, solamente se dejaba llevar, haciendo que mi espíritu salvaje disfrutase con el tacto de mi cuerpo.
Sonreí y sonreí de pura felicidad, durante toda la sesión, con cada disparo la sonrisa y la mirada se iban unificando, siendo una, todo me resultaba agradable y apacible.
Conseguí alejar al miedo, y creo que lo va a tener muy difícil la próxima vez que quiera acercarse a mí.
Aquella tarde, hicimos magia.
Un comentario en «La experiencia de Cristina Jordán en una sesión boudoir.»
Pues me encantaaaaa. Esos miedos inseguridades las tenemos muchas mujeres, por los cánones que marca la sociedad. Por un mal comentario cuando no saben si estas enferma, porque de repente de pesar 60 kilos en dos meses pasaste 92 y te alarmas no te identificas en el espejo y te refujias en tu cama para que nadie te vea,no comprendiendo que tienes una enfermedad .
En fin , como digo, pese a los michelines el sobre peso, lo que e quiera decir, estas maravillosa. Y se tiene que reivindicar muchísimo más las mujeres que no tenemos un abdomen liso ,las que tenemos unas caderas preciosas etc etc .